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Ya sea como límite, o como problema, la cuestión de la organización no ha dejado de irrumpir de forma recurrente en los entornos municipalistas. El vaciamiento de los espacios, los bloqueos institucionales y enfoques ambivalentes ante el conflicto, sumados a la pérdida de vínculos con los movimientos del territorio, señalan una serie de contradicciones no resueltas en el seno del municipalismo. Contradicciones de signo orgánico y estratégico. La cuestión no es menor, pues involucra los modos de hacer y estar, tanto dentro del ámbito institucional como fuera del mismo, así como el papel de los diferentes agentes políticos y sociales que pugnan por transformar la realidad desde la escala local. Por eso, más allá de la celeridad del ciclo electoral y el predominio de un paradigma esencialmente comunicativo -ese aire de campaña perpetua-, la cuestión (o contradicción) central se funda en la ausencia de una cultura política sólida -una cultura comunitaria y antagonista- que permita hacer cristalizar formas organizativas flexibles: lugares de encuentro donde colegiar estrategias y acciones comunes. O, por decirlo de otro modo, lo que falta es un ámbito de discusión estable y compartido que sirva como nexo para quienes reconocen en el municipalismo una hipótesis política que apunta hacia el autogobierno.

¿Cómo pensar entonces una organización más allá de la forma-partido, una organización en movimiento? ¿Cómo construir comunidades en lucha capaces de abrir las instituciones a otras lógicas y subordinar el marco de la representación? Esto es, socializar y distribuir el poder más allá de sí mismas. Para ello debemos enteder el conflicto desde dos perspectivas: como tensión de ruptura -negación de lo existente- y, desde una óptica creativa, como construcción de vínculos, agencia y comunidad. A lo largo del taller exploraremos qué pueda ser una organización en movimiento -una comunidad diversa y heterogénea en lucha- a través de diversas experiencias.